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El mantra “evita la primera apuesta, solo por hoy” suena cada vez más fuerte en todo Brasil. Los grupos de jugadores anónimos se extienden veloces. Las reuniones de apostadores compulsivos, que comparten drama y apoyo mutuo, amplían horarios para atender la demanda de los enganchados a las apuestas deportivas online. Alguno solo asume que necesita ayuda cuando un acreedor le amenaza a punta de pistola. La adicción al juego en internet va camino de ser una epidemia que puede derivar en una grave crisis de endeudamiento. Poca broma en un país de ciudadanos endeudados y donde la mayoría a duras penas logra pagar las cuentas a fin de mes. Bajo la inofensiva apariencia de un juego que asoma en el móvil mientras uno (o una) mata el tiempo en el autobús, se esconde una problemática con enorme potencial dañino.La publicidad de las bets, como son conocidas aquí, es omnipresente en los estadios. Patrocinan a casi todos los clubes de fútbol. Pero además inundan las redes sociales, por las que los brasileños navegan durante casi más horas que nadie en todo el planeta. Terreno fértil para que germine la adicción al juego.Un detallado informe del Banco Central hizo saltar todas las alarmas hace un par de meses. Analizaba el uso de los pagos instantáneos de Pix para apostar online. Incluía resultados realmente escalofriantes como que cada mes los brasileños apuestan en internet más de 3.200 millones de euros, el equivalente al 20% de la masa salarial. También apuntaba a que uno de cada cuatro brasileños con empleo formal —una minoría— apostó durante el último año.Pero el dato que causó verdaderos escalofríos fue el que da la medida de hasta qué punto las apuestas están arrastrando a los más pobres. Cinco millones de brasileños que reciben Bolsa Familia, la paga mensual para los más necesitados, apostaron el pasado agosto a través del móvil, sea en eventos deportivos o casinos virtuales. Juntos se gastaron casi 500 millones de dólares. De la apuesta a la deuda hay un paso muy corto.Brasil legalizó las apuestas online en 2018 pero las dejó sin regular, lo que creó un mercado gigante con fuerte presencia del crimen organizado para un jugoso mercado de 210 millones de habitantes, incluidos millones de personas desesperadas por aumentar sus magros ingresos.Falta educación financieraVivir a crédito es norma entre los brasileños, que se han bancarizado de manera acelerada en los últimos años y donde muchos clientes desconocen los conceptos más básicos de la vida financiera. Y mientras triunfan los gurús que por internet prometen todo tipo de atajos para sanear las finanzas familiares y alcanzar la ansiada prosperidad. El secretario de Premios y Apuestas en el Ministerio de Hacienda tuvo que salir recientemente a recalcar los enormes riesgos que entraña el juego online, más allá de los fabulosos premios que ejercen de imbatible atractivo: “El mensaje tiene que quedar claro incluso en la publicidad. Esto [las apuestas] no es una inversión. Potencialmente, puedes perder todo el dinero que apostaste (…) No es una inversión, ni un complemento a la renta, tampoco un medio de vida”, recordó Régis Dudena, en una entrevista con Reuters.Ahora, alarmado, el Gobierno se ha apresurado a poner orden en un sector que, para colmo, no paga impuestos en Brasil. Lo primero, separar el trigo de la paja. El Ministerio de Hacienda creó un registro para las empresas legales y, en dos meses, ha ordenado bloquear de 5.000 casas de apuestas ilegales que operaban impunemente desde el extranjero. Las autoridades también están obligando a los apostadores a inscribirse en un registro, con reconocimiento facial incluido, y han prohibido jugar online con tarjeta de crédito. Solo pagos por transferencia, clásica o instantánea.Las apuestas deportivas en internet, que se dispararon a partir de la pandemia, revolucionaron este país donde el bingo, los casinos y los juegos de azar están vetados desde hace casi siete décadas. Pero como esto es Brasil, esa vieja prohibición no impide que exista desde 1892 un juego ilegal de apuestas llamado jogo do bicho (juego de los animales) que nació en el zoológico de Río de Janeiro y triunfa hace décadas entre los más humildes. Se puede apostar con pocos reales en muchas barriadas populares. Estrechamente relacionado con el carnaval, el jogo do bicho es un fabuloso negocio controlado por mafias.Paradójicamente, el congreso aceleró en junio, antes de que estallaran los temores por las best, los trámites para legalizar los juegos de azar y que el fabuloso negocio tribute. La urgencia por recaudar más impuestos y sanear las cuentas púbicas aparentemente logró superar hasta el tradicional recelo de las poderosas Iglesias evangélicas, donde los pastores predican contra las apuestas, la adicción al crédito y otros pecados.Aquí puede consultar las últimas Cartas del corresponsal

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