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La presidenta del Congreso, Francina Armengol, en los pasillos de la Cámara.J.P.Gandul (EFE)“Si se quiere se puede y al contrario”. Esta máxima recurrente no figura en ningún punto del Reglamento de las Cortes, pero está en toda su filosofía y la manejan todos los responsables de sus grupos parlamentarios y de la propia institución. Junts, el partido de Carles Puigdemont, anunció el lunes el registro de una proposición no de ley para que el Gobierno aceptase y promoviese por su cuenta una cuestión de confianza contra Pedro Sánchez, pero la Mesa del Congreso, el órgano que dirige la Cámara baja, ni siquiera la admitirá a trámite en su próxima reunión, el martes que viene. El Ejecutivo y el PSOE ni la entienden ni la comparten y usarán su mayoría en la Mesa, con Sumar, para tumbar ya de entrada el primer paso de esa iniciativa, algo muy inusual. La Mesa se armará de informes de los letrados jurídicos del Congreso con varios precedentes para afirmar que la propuesta se ha tramitado mal y persigue “una moción de confianza encubierta”.El líder de Junts, Carles Puigdemont, que sigue en Bruselas sin beneficiarse de la ley de amnistía, ya advirtió el lunes de que tomará nota y actuará en consecuencia si el PSOE no considera su propuesta de organizar una cuestión de confianza contra Sánchez, algo que solo puede plantear el propio presidente del Gobierno, según lo estipulado en los artículos 112 de la Constitución y 173 y 174 del Reglamento del Congreso.La Mesa del Congreso, que es la que acepta y califica los asuntos a discusión para agendarlos en el calendario parlamentario, no ha abordado este martes este asunto, que se tratará en la sesión de la semana que viene. Y la previsión es que no se tomará siquiera en consideración y no pasará ese primer filtro, algo que no es lo habitual en las propuestas de los distintos partidos y que apenas sucede en los casos de algunas formaciones de izquierdas, como Podemos o EH Bildu, cuando requieren determinadas iniciativas sobre el control del Rey o de la Casa Real y que se entiende que no son propias de supervisión parlamentaria. Hay algunos precedentes más, y serán rescatados para esta ocasión. Lo normal es que las propuestas sean aceptadas en la Mesa para su posible discusión y luego, si la mayoría no las contempla como viables, se boicoteen y congelen por la Junta de Portavoces o en las diferentes comisiones.Los letrados del Congreso están elaborando ya un informe para sustentar en este caso esa tesis y en el mismo figuran varios precedentes en los que diversos partidos pretendieron poner en marcha propuestas mal tramitadas. Ocurrió con el propio PSOE, que presentó el 19 de septiembre de 2013 una “moción consecuencia de interpelación urgente al Presidente del Gobierno sobre la política general del Gobierno en materia de rendición de cuentas ante el Parlamento” que no fue admitida porque bajo el manto de pretender una reprobación del entonces presidente, Mariano Rajoy, acosado por casos de corrupción, se formulaba en realidad una “moción de censura encubierta”.En la Mesa del Congreso de este mismo martes, Vox había registrado una propuesta para que el Rey disolviera las Cortes en virtud del artículo 115.1 de la Constitución “para que los españoles puedan elegir a un nuevo gobierno mediante la convocatoria de elecciones generales” y la justificaban en los casos de corrupción actuales que según su criterio “comprometen, presuntamente, al Gobierno, el PSOE y el entorno del presidente”. La Mesa la ha rechazado con ese mismo criterio de moción de censura encubierta y hasta el PP, que tiene tres miembros en ese órgano, ha defendido que Vox debía reformular su contenido.La pretensión de Junts con esa cuestión de confianza no cuenta por ahora con ningún apoyo explícito y expreso en el Congreso, ni siquiera de Vox. Varios partidos, de la oposición y también de la alianza de la investidura, como Podemos, han criticado y cuestionado su confianza en la labor del actual presidente, pero ninguno ha validado la salida de Puigdemont y menos en este momento. El portavoz de Podemos, Javier Sánchez Serna, aprovechó eso sí para reclamar al PSOE ese giro que anhelan hacia la izquierda para “reconstruir” su relación. La portavoz de Vox, Pepa Millán, no quiso anticipar públicamente lo que harían en esa hipotética votación que tildó de “fuego de artificio total” tras enfatizar que tanto Sánchez como Puigdemont no son nada de fiar, pero acto seguido despachó a Junts como “un partido golpista”. En Sumar, los comunes y Compromís siguen empeñados en mantener la mayoría de la investidura.El portavoz del PP, Miguel Tellado, dio retóricamente la “bienvenida” a Puigdemont y Junts “al muro” de los grupos que desconfían en todo de Sánchez, pero para volver a reiterar su catarata semanal de acusaciones sobre todo tipo de corrupciones contra el Ejecutivo y Sánchez, a los que identificó con la agenda del peor radicalismo e independentismo. Fuentes de la dirección del grupo popular también concedieron que la proposición de Junts no estaba bien armada.El representante del PSOE, Patxi López, compareció para replicar a todas las acusaciones de Tellado, presumir de la labor legislativa del Gobierno en estas especiales circunstancias parlamentarias y remarcar que pese al ruido Junts ha apoyado hasta ahora las 26 leyes y decretos aprobados en este primer año de mandato.

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