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El Real Madrid espantó con una goleada a Osasuna la desconcertante crisis que arrastraba, pero vio cómo en la batalla se le habría otro boquete de incertidumbre con la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha de Éder Militão. El equipo se levantó, pero tuvo que hacerlo sobre una buena ración de drama. El brasileño, que se había destrozado el cruzado de la izquierda en agosto del año pasado, se quedó después de una caída estremeciéndose de dolor sobre la hierba mientras se agarraba la derecha. Carlo Ancelotti se acaba de quedar con un único central sano de su exigua colección inicial. Sin embargo, a partir de ahí, el Real encontró el camino al gol. Sobre todo Vinicius, enrabietado e iluminado, que anotó su segundo hat-trick en 18 días, después del que le permitió resucitar al equipo contra el Borussia Dortmund.

4

Andrii Lunin, Antonio Rüdiger, Lucas Vázquez (Luka Modric, min. 45), Éder Militão (Raúl, min. 29), Fran García, Jude Bellingham (Arda Güler, min. 74), Eduardo Camavinga, Federico Valverde, Vinícius Júnior (Endrick, min. 74), Rodrygo (Brahim Díaz, min. 19) y Kylian Mbappé

0

Sergio Herrera, Abel Bretones, Alejandro Catena, Jesús Areso, Enzo Boyomo, Jon Moncayola (Iker Muñoz, min. 81), Aimar Oroz (Rubén García, min. 71), Lucas Torró, Ante Budimir (Moi Gómez, min. 70), Rubén Peña (Raúl García, min. 58) y Bryan Zaragoza (José Arnáiz, min. 81)

Goles
1-0 min. 33: Vinicius Junior. 2-0 min. 41: Jude Bellingham. 3-0 min. 60: Vinicius Junior. 4-0 min. 68: Vinicius Junior

Arbitro Mario Melero López

Tarjetas amarillas
Catena (min. 54), Lucas Torró (min. 87)

Fue una tarde de contrastes extremos. Otra función al límite cuando el calendario dice que aún estamos en noviembre. Pero el Madrid parece manejarse mejor en las tempestades que en los momentos que anuncian placidez. La deseada venida de Mbappé, la presunta guinda, derivó en esta crisis otoñal de las goleadas del Barça y el Milan. Y contra Osasuna, mientras el equipo digería la nueva lesión grave de Militão, debutaba Raúl Asencio en su lugar y asistía a Jude Bellingham, que marcaba por fin su primer gol después de tres meses de sequía y desesperación. Tormento del brasileño, alivio del inglés y esperanza por el canterano.De los sanos, solo Mbappé no pudo llevarse un consuelo. Cuando Vinicius ya había alcanzado el triplete, Ancelotti le pidió que dejara la banda izquierda para el francés. El brasileño se empeñó en asistirle, pero el 9 solo ve al portero cuando se enfrenta al arco.Más informaciónDespués de reducir a Osasuna a equipo inofensivo, para gozo del Ancelotti que clamaba por una mejora defensiva, el Madrid sacudió a golpe de arrebato, sin elaboraciones, con una asistencia de un central y otra del portero, y dejando al paso de este despertar un reguero de incertidumbres en la enfermería, donde también terminaron Rodrygo y Lucas, con problemas musculares más leves.La medida del contraste la dio el final del primer tiempo. El Madrid lo alcanzó con 2-0, pero con Lucas renqueante y el muslo izquierdo vendado, Valverde como lateral derecho y Asencio como central, de estreno con 21 años. En 38 minutos se le habían lesionado tres jugadores. En el momento en que busca el rumbo de manera desesperada, se marcha al parón de selecciones solo con tres defensas sanos: dos laterales izquierdos (Mendy y Fran García) y un central (Rüdiger). Ancelotti ni siquiera cuenta ahora con el parche de Tchouameni, que el martes sufrió un esguince en el tobillo izquierdo que le podría tener un mes fuera de combate.Hasta la tragedia de Militão, que dejó el campo llorando en la camilla, el Madrid se movía de manera un tanto insulsa, con poca amenaza. Aunque más juntos que otras tardes, eso sí. Osasuna apenas le inquietaba, con lo que el primer punto de las exigencias de Ancelotti parecía estar cubierto. El italiano regresó a un 4-3-3, que era un 4-4-2 en defensa, cuando Rodrygo, y luego Brahim, se retrasaba para ayudar a Lucas. Al gallego se le anunciaba una tarde agitada con la presencia del energético Bryan Zaragoza por su pasillo. Pero ni siquiera el malagueño asomaba. El centro del campo del Real mantenía el control, pero la unidad de Valverde, Camavinga y Bellingham no funcionaba como centro de creación.Distribuía más Rüdiger en sus avances, o Mbappé y Vinicius cuando se descolgaban. O Brahim. La música de la tarde sonaba al rock and roll que había anunciado Ancelotti, sin detenerse en la ortodoxia del centro del campo, con una búsqueda insistente de espacios a la espalda de la defensa. Aunque sin demasiado picante.El primer golpe del Madrid tampoco llegó a partir de la creación, sino de algo más prometedor desde el punto de vista de lo que el técnico lleva tres meses esperando. Un robo en la salida de Osasuna, una reacción rápida de Bellingham que recogió la pelota y encontró enseguida a Vinicius. El brasileño se lanzó al área: recorte hacia dentro y latigazo con Catena encima. En ese punto, Vinicius había marcado los cuatro últimos goles del equipo: los dos que cerraron la goleada al Dortmund, el penalti al Milan y este 1-0. Después de celebrar con Bellingham, que le había dado la asistencia, Lucas le susurró algo al oído, y el brasileño corrió a la banda a abrazarse con Ancelotti, en el centro del huracán de la crisis.En su primera tarde en el Bernabéu, Asencio exhibió una serena jerarquía. Resolvió con solvencia el poco trabajo que le dio Osasuna y manejó sin vértigo la pelota. Y eso que nada más aterrizar sobre el gran escenario se encontró sin demasiado movimiento en el centro para asociarse con él. No le importó. Sabía esperar. O avistar de campo a campo una carrera de Bellingham. Lanzó un pase de cincuenta metros al inglés, que con un toque sutil estrenó su cuenta goleadora en el que era su partido número 17 del curso, una tarde en la que volvió a brillar como conector, con un partido de enorme madurez. Volvió a cantarse el Hey Jude en el Bernabéu.En el tercero también apareció Asencio. Ganó una disputa y cedió un córner. Lunin atrapó el lanzamiento y pateó en largo casi de manera automática hacia Vinicius, que emprendió una carrera de sesenta metros hasta encontrarse con Sergio Herrera. Le dribló y dejó la pelota en la red. Otro riff “rockandrollero”. El cuarto también tuvo algo de lo que pedía Ancelotti. Brahim se lanzó a presionar a Boyomo y le birló el balón. El malagueño, que devora cada oportunidad como un hambriento de meses, le regaló a Vinicius el hat-trick.Desde entonces, el brasileño se centró en tratar de rescatar al desenfocado Mbappé, incluso pidiendo ayuda al público. Pero no. El francés se quedará rumiando su desacierto en un parón que no vivirá con Francia. Y Ancelotti tratará de digerir la combinación de este pequeño reverdecer y la gravedad de las bajas, con la visita a Anfield a la vuelta de la pausa, el 27 de noviembre.

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