Kate Middleton ha logrado, aunque la razón sea una enfermedad que hubiera preferido no tener, que los británicos aguarden el futuro sin impaciencia. Cuando la princesa de Gales apareció el pasado 10 de noviembre durante la celebración del Domingo del Recuerdo en el balcón del Ministerio de Asuntos Exteriores, frente al Cenotafio de la avenida londinense de Whitehall, el monumento en honor de los caídos en las últimas guerras, la impresión reflejada en muchos medios de comunicación fue la de una “reina a la espera” (queen in-waiting).El ritmo con el que ha ido dosificando su reaparición en la vida pública, después de que el pasado marzo anunciara su cáncer y después de un largo tratamiento de quimioterapia que la ha mantenido apartada, ha resultado toda una declaración de intenciones: la esposa del heredero al trono británico quiere ser dueña de sus tiempos y de su agenda. Su voluntad de retomar las tareas oficiales va a estar siempre por detrás de su propia salud, y la princesa, de 42 años, ha demostrado habilidad al elegir los momentos de presencia.Más informaciónEl Día del Recuerdo, celebrado el pasado 10 de noviembre, es lo más cercano a la fiesta nacional del Reino Unido. Congrega frente al monumento a la casa real, el Gobierno y la oposición, en un acto de gran solemnidad. La ausencia de la reina consorte Camila, por una infección pulmonar, convirtió a Kate Middleton en el centro de atención. Ya lo hubiera sido, de todos modos, pero el escenario final realzó su protagonismo. “No se trata solamente de un regreso a la vida pública, después de su enfermedad. La propia mala salud de Camila acabó colocándola [a Kate] firmemente en el foco, como miembro de la realeza de mayor rango en el balcón del ministerio. Ocupó el lugar que en su día había ocupado Isabel II, flanqueada por Camila y Kate”, explicaba al tabloide The Sun Judi James, que se autodefine como “experta en lenguaje corporal” y es una habitual de los medios británicos a la hora de comentar todo lo que tiene que ver con los Windsor.Acompañaba a la princesa en el balcón Sofía, la duquesa de Edimburgo, esposa del príncipe Eduardo, el hermano menor del rey Carlos III. Y al final del acto, su mano sobre la espalda de Middleton no pasó desapercibida. Forma parte de un entorno que se ha propuesto rodear de algodones el regreso a escena de una mujer que todavía no ha terminado su tratamiento y que, como ella misma explicó, tiene aún sus días buenos y malos. La noche anterior había asistido junto a su esposo, Guillermo de Inglaterra, al Festival del Recuerdo de la Real Legión Británica, celebrado en el Royal Albert Hall de Londres. A la entrada, el príncipe de Gales tuvo el mismo gesto protector, con la mano a la espalda de su esposa.Kate Middleton y Sofía de Edimburgo (a la derecha), en el balcón del Ministerio de Asuntos Exteriores en Londres el Domingo del Recuerdo, el 10 de noviembre de 2024.Max Mumby/Indigo (Getty Images)La solidaridad provocada por la princesa se ha transmitido por ósmosis al heredero de la corona, que ha logrado acumular estos meses el respeto de la prensa. “Ha sido un infierno de año. Ha tenido que ayudar a su mujer a enfrentar una enfermedad muy grave y, a la vez, ha tenido que sustituir en los actos oficiales a su padre, que también sufre de cáncer”, explica Robert Hardman, biógrafo de Carlos III y el analista más prestigioso del Reino Unido en todo lo relacionado con la corona.Los príncipes de Gales, este martes en Londres, durante la ceremonia de bienvenida al emir de QatarAssociated Press/LaPresse (Associated Press/LaPresse)Dos eventos públicos, con unas horas de diferencia, y un tercero, apenas tres semanas después. Middleton recibía este martes en el palacio de Kensington al emir de Qatar y a su esposa, Sheikha Jawaher, que visitaban oficialmente el Reino Unido. Vestido abrigo en color burdeos de Sarah Burton, diseñado para Alexander McQueen, bolso de Chanel y botas de Gianvito Rossi del mismo color vino, y unas discretas perlas. El guiño habitual al invitado. En este caso, a los colores de la bandera de Qatar. El rostro captado en las numerosas fotos revelaba un cansancio que no se había visto en apariciones anteriores. Pero el acto tenía un significado importante, porque se trataba, por primera vez, del cumplimiento íntegro por parte de la princesa de Gales de una tarea protocolaria habitual.Es tradición que el heredero y su esposa sean los primeros en dar la bienvenida a los dignatarios extranjeros que visitan el Reino Unido, y que les acompañen al desfile de las Caballerizas Reales antes del encuentro con el monarca. Kate Middleton no participó en el recibimiento de los emperadores de Japón, el pasado junio, pero sí quiso estar presente en el del emir de Qatar. “Ha logrado gestionar las expectativas del público de manera muy acertada”, señalaba hace poco a la revista People la periodista Sally Bedell Smith, parte de ese reducido grupo de comentaristas reales estadounidenses que siguen todo lo que sucede en la casa de Windsor con mayor atención aún que la prensa británica.El acto central de esta recta de fin de año en la que la princesa de Gales ha querido resurgir a la vida pública, a su propio ritmo, ha sido este viernes, en el recital de villancicos celebrado en la abadía de Westminster. Together at Christmas es un evento especialmente impulsado y mimado por la propia Middleton, que enviaba una carta previa a los más de 1.600 invitados al concierto en el que, como es tradición, estuvo acompañada de Guillermo de Inglaterra y sus tres hijos. “La Navidad es una de mis fechas favoritas del año. Es tiempo de celebración y alegría, y nos da también la oportunidad de echar el freno y reflexionar sobre las cosas profundas que nos unen a todos”, ha escrito en una misiva que anunciaba unos días antes, en el Instagram oficial de los príncipes de Gales, como “una carta especial, que reflexiona sobre la importancia del amor, la empatía y cuánto nos necesitamos unos a otros en los momentos más difíciles”.
El regreso a escena lento y medido de Kate Middleton | Gente
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