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Mario Draghi es un economista italiano fuera de serie. Obtuvo su doctorado en economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1976 bajo la supervisión de Franco Modigliani y Robert Solow, dos economistas que más tarde obtuvieron el Premio Nobel de Economía. Posteriormente, Draghi siguió una exitosa carrera profesional en la que ha destacado como profesor universitario en Italia (1975-1985), funcionario internacional en el Banco Mundial (1985-1990), funcionario en el Tesoro Italiano (1991-2001), ejecutivo privado en Goldman Sachs (2002-2005), gobernador del Banco de Italia (2005-2011), presidente del Banco Central Europeo (2012-2019) y presidente del Consejo de Ministros de Italia (2021-2022).Hace algunos días Mario Draghi presentó un reporte titulado “El futuro de la competitividad europea”, el cual ha sacudido a los europeos por su claridad, por su diagnóstico, por sus conclusiones y por sus propuestas. Esta no sería la primera vez que los planteamientos de Draghi podrían ser cruciales para la región. La primera vez fue en 2012, en medio de una crisis de confianza que amenazaba la estabilidad financiera europea y que había socavado la confianza en la moneda común. En aquella ocasión, en medio de una gran turbulencia financiera, Mario Draghi dio un memorable discurso en el que planteó que el Banco Central Europeo estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario (“whatever it takes”) para preservar al Euro y añadió: “Creánme, será suficiente” (“And believe me, it will be enough”). Esta expresión tan convencida y convincente de parte del Presidente del BCE inmediatamente retornó la calma a los mercados y, en opinión de muchos, fue clave para garantizar la continuidad del Euro en un momento sumamente crítico.El “Reporte Draghi”, como ahora se le conoce, comienza con un diagnóstico de Europa que inmediatamente prendió las alertas: Europa es la región más expuesta a los cambios tecnológicos y geopolíticos que se están experimentando en el mundo. Esto se debe a que Europa es mucho más abierta al comercio exterior que otras regiones, es la que depende más de las importaciones de materias primas y tecnología digital, tiene los precios energéticos más elevados, tiene relativamente pocas empresas líderes en nuevas tecnologías y tiene problemas de coordinación en materia de defensa. Draghi concluye que si no se atienden los problemas actuales Europa se volverá menos próspera, más desigual, menos segura, menos democrática y, por tanto, menos libre.El reporte identifica tres áreas clave para la región: primero, se debe tratar de cerrar la brecha en materia de innovación tecnológica que se tiene con respecto a Estados Unidos y China; segundo, es necesario establecer un plan para la descarbonización y para recuperar la competitividad de la región; tercero, se debe incrementar la seguridad en la región y se debe reducir la dependencia que se tiene, específicamente en materias primas y en nuevas tecnologías.Mario Draghi plantea un ambicioso conjunto de reformas que podrían ayudar a reestablecer el liderazgo de empresas, universidades e instituciones europeas en materia de innovación tecnológica: propone armonizar conceptos y regulaciones que permitan y fomenten la innovación; propone integrar aún más los mercados de capitales, lo que permitiría orientar más recursos para el financiamiento de compañías tecnológicas nuevas (start-ups); también propone destinar muchos más recursos públicos para financiar la innovación, lo que implicaría que los gobiernos deberían asumir más riesgos asociados a la innovación tecnológica. Esto, por supuesto, representa un cambio importante en la concepción del rol que debe asumir el Estado en esta materia.En materia energética, Draghi es muy claro: lo primero es buscar reducir los precios de la energía en la región. Para ello, sin embargo, propone actuar en diferentes dimensiones con una política muy pragmática que les permita beneficiarse de las inversiones que se están haciendo en otras partes en el mundo (por ejemplo, en paneles solares en China), sin que ello implique renunciar a la seguridad regional que otorga el poder producir sus propias baterías y sin olvidar seguir apoyando a sectores clave utilizando políticas de desarrollo productivo como las que se están planteando en otras regiones. En este tema Draghi plantea un dilema geopolítico interesante, ya que reconoce que la forma más rápida de alcanzar metas de cambio climático para la región sería apoyándose en la producción de China, pero, al mismo tiempo, reconoce que el apoyo que provee el Estado chino a estas industrias y sectores pone en riesgo el desarrollo de esos y otros sectores en la región. Por eso mismo, Draghi prefiere un esquema mixto que, en el fondo, permita y garantice el desarrollo industrial de Europa.Finalmente, en materia de seguridad Draghi plantea la necesidad para Europa de insertarse en las cadenas de valor de la producción de semiconductores. Esto implica alejarse de los proveedores tradicionales y más baratos de ciertas materias primas, lo que de nuevo tiene una importante implicación geopolítica. Draghi sugiere establecer una “política económica exterior” en la que Europa llegue a acuerdos con países ricos en recursos naturales, que le permita acumular ciertos insumos y que le garanticen tener acceso a las partes más avanzadas en la cadena de producción de microchips. En materia de defensa, Draghi hace un alegato importante hacia la reducción de la fragmentación en las políticas de seguridad en la región y en favor de la búsqueda de una mayor coordinación regional.El tema final, y sin duda uno de los más controversiales, es cómo proceder para financiar todo esto. Y aquí viene una de las sorpresas principales: Draghi propone un importante rol para el financiamiento público, aunque eso implique que los países europeos se endeuden aun más. Draghi considera que esto es indispensable, a la par de hacer reformas importantes en los mercados de capitales europeos para canalizar más recursos privados en la dirección planteada. Se trata sin duda de un análisis y de una propuesta ambiciosa. Vienen tiempos interesantes de realineamiento en materia geopolítica y de políticas públicas. América Latina no debe ni puede mantenerse al margen de lo que ocurre en el mundo. Por el contrario, debe estar alerta para poder insertarse de la mejor manera en el nuevo orden mundial que apenas se está configurando.Apúntese gratis a la newsletter de EL PAÍS México y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país.

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