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La candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, se esforzó este martes en su mitin más multitudinario en presentarse como una unificadora, frente a la retórica divisiva de su rival, Donald Trump. Sin embargo, muy cerca de donde ella dio el mitin, el actual presidente, Joe Biden, lanzó una frase algo confusa en la que parecía calificar de “basura” a los seguidores trumpistas. Biden dijo luego que se refería solo a su retórica de odio, pero en parte el mal ya estaba hecho para Harris. La vicepresidenta se desmarcó abiertamente este miércoles de las palabras de su jefe.“Permítanme ser clara, estoy en total desacuerdo con cualquier crítica a las personas en función de a quién votan”, dijo Harris a los periodistas cuando le preguntaron por el comentario de Biden. “Escucharon mi discurso de anoche y continuamente a lo largo de mi carrera: creo que el trabajo que hago consiste en representar a toda la gente, me apoyen o no. Y como presidenta de EE UU, seré una presidenta para todos los estadounidenses, me voten o no”, añadió antes de emprender viaje para hacer campaña en los Estados decisivos, empezando por Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin este miércoles.Biden hizo sus comentarios en una llamada con votantes latinos, tras referirse a las palabras de un cómico que en el mitin de Trump en Nueva York había insultado a Puerto Rico al decir que es una “isla de basura flotante”. El presidente replicó: “La única basura que veo flotando por ahí es la de sus partidarios… Su… su demonización de los latinos es inconcebible y es antiamericana. Es totalmente contrario a todo lo que hemos hecho, a todo lo que hemos sido”. Fue una frase con titubeos y la transcripción de la Casa Blanca le pone un apóstrofe mudo —“is his supporter’s” en lugar de “is his supporters”—, pero los republicanos se quedan con la segunda opción e interpretan que lo que decía es que la basura son sus seguidores.Luego, el presidente trató de explicarse mejor: “Hoy me he referido a la odiosa retórica sobre Puerto Rico vertida por el partidario de Trump en su mitin del Madison Square Garden como basura, que es la única palabra que se me ocurre para describirla”, tuiteó.Aun así, Trump y los republicanos han aprovechado la ocasión para que deje de hablarse de los insultos racistas del mitin del Madison Square Garden de Nueva York del domingo y pasar a presentarse como víctimas. Eso, pese a que Trump no para de repartir insultos y motes a sus rivales políticos, incluidos los de su propio partido.El candidato republicano aprovechó un mitin en Allentown, una ciudad de mayoría latina del Estado decisivo de Pensilvania, no solo para tratar de apagar el incendio provocado por los insultos a Puerto Rico, sino para recordar un episodio que marcó en parte la campaña de 2016: cuando Hillary Clinton dijo que los seguidores de Trump eran “deplorables”.“Generalizando bastante, puedes meter a la mitad de los seguidores de Trump en lo que llamo un batiburrillo de gente deplorable”, dijo Clinton entonces. Luego tuvo que rectificar, pero su rectificación tampoco fue muy afortunada: “La pasada noche hice una generalización demasiado grande, y eso no es nunca una buena idea. Lamento haber dicho ‘la mitad’, eso estuvo mal”. Todo aquello movilizó a los seguidores de Trump y Clinton acabó derrotada por sorpresa en las urnas.Este miércoles, en otro mitin en Rocky Mount (Carolina del Norte), Trump ha vuelto a la carga: “Joe Biden finalmente dijo lo que él y Kamala piensan realmente de nuestros partidarios. Los llamó ‘basura’, y lo dicen en serio, aunque, sin duda, mis partidarios son de mucha más calidad que el corrupto Joe, la mentirosa Kamala. Mi respuesta a Joe y Kamala es muy simple: No podéis liderar América si no amáis a los americanos. Simplemente, no podéis”, dijo, devolviendo en parte una frase que Biden le dedicaba a Trump: “No puedes amar a tu país solo cuando ganas”.El republicano añadió: “Os han tratado como basura… ¿Sabéis cuál es la verdad? Han tratado a todo nuestro país como basura, lo hayan hecho a propósito o no, porque son gente tremendamente incompetente, y han destruido nuestro país”. Y por la tarde dobló la apuesta subiéndose a un camión de la basura con el logo de su campaña en Green Bay (Wisconsin). Hábilmente, aprovechando el error de Biden, el republicano ha dado la vuelta al escándalo del mitin con proclamas racistas del domingo.Donald Trump, subido en un camión de la basura con el logo de su campaña en Green Bay (Wisconsin).Brendan McDermid (REUTERS)Harris quiere evitar a toda costa que se repita la historia de Hillary Clinton de 2016. La vicepresidenta no pronunció esas palabras, pero sigue siendo la subordinada de Biden. La candidata ha evitado hacer campaña con el presidente, cuya popularidad es baja. Ni siquiera estuvo presente en el mitin del martes en la Elipse, parque contiguo a la finca de la Casa Blanca. Pero Biden ha seguido participando en algunos actos y esta es la segunda vez que genera polémica con sus palabras.La semana pasada, también de forma algo confusa, durante una visita de campaña en New Hampshire, el presidente, Joe Biden, habló de “encerrar” a Trump, aunque enseguida dijo que se refería a “encerrarlo políticamente”. “Tenemos que encerrarlo. Encerrarlo políticamente. Encerrarlo. Eso es lo que tenemos que hacer”, dijo, algo que aprovecharon también los republicanos para presentar los casos contra Trump como resultado de una persecución política. Cuando los seguidores demócratas corean “enciérralo” en los mitines de Harris, ella tiene una respuesta estándar: “Dejemos eso a los tribunales. Ocupémonos del 5 de noviembre”, la fecha de las elecciones.Como Kamala Harris ahora, Biden se presentó en 2020 con el objetivo de cerrar las heridas de la división abiertas durante la presidencia de Donald Trump. No contaba, sin embargo, con la supervivencia política de su rival tras derrotarlo y, menos aún, después del asalto al Capitolio y sus imputaciones penales. Trump no solo ha resistido, sino que tiene serias posibilidades de volver a la Casa Blanca. Al final de su mandato, el país está tan dividido o más que hace cuatro años. Sus palabras del martes chirrían en el complicado equilibrio que busca Harris: descalificar a Trump, pero cortejar a sus votantes.

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