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Cada día a las siete de la mañana, Kerry Taylor (Gales del Norte, 62 años) abre su correo para leer los emails que le llegan de todos los rincones del mundo ofreciéndole ropa antigua. “La mayoría de veces no tiene demasiado valor”, explica la propietaria de la casa de subastas homónima. “Pero en ocasiones me encuentro con algo muy especial y salto de la cama para responder enseguida”. A lo largo de sus 45 años como experta en subastas de moda, ha vendido piezas propiedad de Lady Di —como el vestido negro con el que bailó con John Travolta en la Casa Blanca en 1985—, Ava Gardner, Kate Middleton o Audrey Hepburn, además de prendas que fueron clave en la imagen de artistas como Madonna, Björk o Amy Winehouse. Medio historiadora, medio detective, tiene el don de descubrir tesoros en los lugares más insospechados. Como muestra, un vestido de Christian Dior que llevó Elizabeth Taylor para recoger su Oscar como mejor actriz en 1961, que apareció en una vieja maleta en Londres y terminó vendiéndose por unos 300.000 euros; o unos diseños de Madeleine Vionnet sin etiqueta que encontró enrollados en plástico.En alguna ocasión le ha llegado alguna que otra sorpresa que tuvo que rechazar: “La única vez que lo hice por razones éticas fue cuando me presentaron un par de bragas con iniciales bordadas pertenecientes a la reina Isabel II de Inglaterra de los años cincuenta, que habían conseguido de un avión. Alguien de la tripulación se las dio a quien me las ofreció. Me pareció de malísimo gusto, una falta de respeto. De la reina Victoria hubiera aceptado, pero ni en sueños vendería la ropa interior de la reina Isabel”, reconoce en conversación con EL PAÍS.Más informaciónTaylor creció en la granja de su padre y su primer contacto con la moda vino gracias a las películas de Hollywood en blanco y negro. Empezó a trabajar en Sotheby’s, y con apenas 21 años se convirtió en la directora y rematadora más joven de la historia de la organización. Cuando en 2003 esta casa de subastas cerró su división de moda, se vio sin trabajo siendo madre soltera de dos hijos y con una hipoteca. “Primero entré en pánico, luego le pregunté a mis exjefes si me podía quedar con el negocio que ellos no querían. Accedieron y desde entonces no he mirado atrás.” Hoy Kerry Taylor Auctions, con sede en el sur de Londres, organiza unas seis ventas al año (aunque durante 2024 han montado 11 en Londres y 4 en París), gestionadas por un equipo de cuatro personas, entre las que se encuentra su hijo Alex.Vestido de cóctel negro de Valentino de la colección otoño-invierno 1970-71 que llevó la actriz Audrey Hepburn.Kerry TaylorEn el momento de la conversación con este periódico, la subastadora está preparando los últimos detalles de la venta que cerrará el calendario de este año, la denominada Passion for Fashion, prevista para el 10 de diciembre. Se trata de una cita recurrente que abarca diseño contemporáneo y vintage, accesorios de lujo, alta costura y antigüedades. “En esta edición contamos con mucho Chanel y Vivienne Westwood, un vestido negro de Valentino alta costura que llevó Audrey Hepburn y otro bastante horrible firmado por Ian Thomas que perteneció a Margaret Thatcher. Unas 80 piezas de Galliano, entre ellas el vestido que salió en Sexo en Nueva York con estampado de periódico, muy ponible”, explica. “Es muy interesante ver que la reina Letizia de España eligiese Balenciaga vintage para su retrato de Annie Leibovitz. Tenemos un maravilloso vestido de gala rosa de Balenciaga Alta Costura de 1955, perfecto para quienes busquen algo digno de realeza”.El vestido con estampado de periódico diseñado por Galliano que usó Carrie Bradshaw, el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker, en ‘Sexo en Nueva York’.Kerry TaylorSu buen ojo y la repercusión mediática de sus subastas han contribuido a la actual popularidad de la moda vintage. “Las casas que cerraron sus departamentos de moda los han vuelto a abrir, ¡para competir conmigo!”, se queja. Pero la empresaria cuenta con las bazas de un conocimiento enciclopédico y la información adicional que siempre facilita: “Es absolutamente necesario ofrecer seguridad. Ahora hay falsificaciones muy bien conseguidas, así que no bajamos la guardia y rara vez nos equivocamos. Los precios de este tipo de prendas suben constantemente, hay gente a la que le interesa fabricar falsificaciones o cambiar etiquetas para lograr esas cantidades”.Los museos y las colecciones privadas se fían de sus garantías. “Tenemos como clientas a algunas de las mujeres más famosas y ricas del mundo. No voy a dar nombres, pero estoy segura de que durante esta ceremonia o fiesta de los Oscar se verán piezas procedentes de Kerry Taylor”, aventura. A esta guerra de pujas también se une un creciente interés de las firmas de moda, que vuelven a adquirir sus propios productos para proteger su patrimonio: “Es una buena inversión porque además los diseñadores actuales, faltos de ideas, recurren a los archivos para inspirarse, ¡que no digo copiar!”, dice entre risas.Una falda de seda de 1775 incluida en uno de los lotes de la subasta ‘Passion for Fashion’.Kerry TaylorTaylor admite que la inestable situación económica mundial no afecta a sus ganancias, que siguen batiendo récords. “¿Puedo decir una cosa? Los ricos siempre son ricos, no importa el estado de la economía”, sentencia. “A pesar de todo, seguimos representando una buena calidad – precio. Una chaqueta de Chanel aburrida comprada en tienda cuesta 10.000 euros, y yo vendo un traje de Chanel alta costura por mil. Si pujas contra minoristas puede que te termines llevando algo a un buen precio porque los dueños de los establecimientos tienen que pagar alquileres y empleados. El prêt-à-porter es hoy muy aburrido y sus precios son una locura. ¡Hacen que mis ventas se vean baratas!”.Su espíritu comercial no le impide dar pistas para aquellos que empiezan y no cuentan con presupuestos abultados: “Recomiendo invertir en Pierre Balmain, era muy buen diseñador y aún es bastante asequible. Su patrimonio no es muy activo y no se han publicado grandes libros sobre su trabajo. También sugiero Givenchy, y las piezas menos barrocas de Saint Laurent”. ¿No le tienta construir su propia colección de moda? “Nunca pujo en contra de mis clientes, eso es tabú. Además, no hago más que trabajar y nunca voy a ningún sitio. Alguna vez me hago con algún vestido de la década de los cincuenta de una tienda vintage para llevarlo en el trabajo, pero en general me paso el día en vaqueros y botas de agua en mi jardín”.

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