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No es una exageración decir que Tijuana no solo es donde inicia la patria, sino donde inicia Latinoamérica, al menos musicalmente hablando. Y para muestra, un ritmo: el Sonido Tijuana, creado por Javier Bátiz y que fue la raíz de donde surgieron cientos de variantes latinas del que es quizá el género más difundido en el mundo, nacido en Estados Unidos.

Como buen tijuanense, Bátiz nació con el corazón en ambos lados de la frontera. Nunca negó que buena parte de su educación musical se encontraba en el sur de Los Ángeles, donde a finales de los 50 las comunidades mexicoamericanas, chicanas pues, comenzaban a apropiarse de los ritmos afro que sonaban fuerte.

Así, el blues, el jazz y el novedoso rock and roll comenzaron a combinarse, primero con instrumentos latinos como percusiones y maracas, luego, poco a poco, con voces latinas, pero siempre respetando el inglés.

Desde el debut de Bátiz en los escenarios, en un concierto que ofreció en la escuela Álvaro Obregón de Tijuana en 1957, el Brujo quiso lograr la alquimia perfecta, retomando los ritmos originales, poniéndoles un acento inequívocamente latino, pero no por el camino fácil de agregar solo instrumentos, sino por el arduo del virtuosismo.

¿Chicano? No, tijuano

Una de las grandes diferencias entre el rock chicano y el Sonido Tijuana es, precisamente, el lugar en el que se inspiran. Mientras Ritchie Valens, Los Lobos y otros grandes exponentes chicanos querían imitar a Elvis, Bátiz retomaba las raíces negras del soul y el blues.

“La música que toco tiene el sonido negro y el sonido de nosotros, los de Tijuana, por eso digo que tenemos el Sonido Tijuana”, señaló Bátiz en una entrevista concedida hace años para un portal especializado.

Aunque fundó el legendario grupo Los TJ’s en el 57, no fue sino hasta 1963 cuando Bátiz logró conceptualizar ese sonido áspero, de guitarra virtuosa y ritmo cadencioso pero, al mismo tiempo, reconocible en las bases de las que abreva.


Con El Tri como puente, el Sonido Tijuana es considerado el antecesor del rock urbano. Foto: X / Javier Bátiz

La elección de esa raíz implicó varias cosas, la primera de ellas, el protagonismo de la guitarra eléctrica sobre otros elementos más armónicos, como el piano, más natural en los grupos que comenzaban a tener éxito en la Ciudad de México, tocando covers en español de los hits ingleses.

La diferencia entre ambas ramas del rock es fácil de seguir: mientras el rock chicano es el origen del rockabilly angelino, que en México tiene a uno de sus grandes exponentes en Los Rebel Cats, el Sonido Tijuana dio vida a tendencias como el rock urbano, con exponentes como Three Souls in my Mind.

¿Qué es el Sonido Tijuana?

Creado en los bares y cafés de la Revu, la avenida más céntrica de la ciudad fronteriza, el Sonido Tijuana tuvo como pináculo el Festival de Avándaro, y se caracteriza por sonidos agresivos de guitarras, influencias del blues y del jazz, y acentos más potentes que los del rock melódico.


Bátiz influyó a decenas de músicos en todo el mundo. Foto: X / Javier Bátiz

Teniendo a Javier Bátiz como su principal figura, en este género destacaron bandas como Los Dug Dugs, Love Army, Peace & Love y El Ritual, entre otras, las cuales serían el germen tanto del rock mexicano como el rock urbano de los 80.

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