En Un mundo feliz, la afamada distopía del novelista británico Aldous Huxley (1894-1963), uno de los personajes, Helmholtz Watson, afirma que las palabras “pueden ser como rayos X”. “Pasan a través de todo”, observa. En el terreno político, tan fecundo en palabras, esos “rayos X” muestran —al menos tanto como la realidad— la naturaleza de quien las pronuncia. En este caso, del Partido Socialista Obrero Español, que se acaba de hacerse una radiografía con la ponencia de su 41.º congreso.El documento a partir del cual el partido debatirá en Sevilla —entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre— su diagnóstico y propuestas suma más de 25.000 palabras. Un puñado de ellas son nuevas. Se trata de conceptos que no figuraron en las resoluciones del anterior congreso, en 2021, ni en el programa para las generales de 2023. Y que permiten ilustrar la evolución del PSOE en el último cuatrienio.Influido por el incentivo que ofrecen las redes al lenguaje “provocador”, en palabras del consultor político Eli Gallardo, el partido ha endurecido su lenguaje antagonista contra los “megarricos”, los “fondos buitre” y los “pseudomedios”, al tiempo que se esmera en dejar claro que ni siquiera sus medidas recubiertas de una retórica más dura son una amenaza para la “clase media” o los “pequeños propietarios”.“Privilegios heredados” y “cartas marcadas”. El sistema económico global es hoy, según el PSOE, el “capitalismo financiero”, término que se abre paso junto al más típico “neoliberalismo” para definir un modelo que engendra desigualdad y degradación medioambiental. En España ese “capitalismo financiero” se inserta en “un sistema lleno de privilegios heredados y cartas marcadas que condicionan el destino de los ciudadanos desde su origen”. De esta idea cuelgan los socialistas una impugnación de la tesis según la cual cada uno obtiene lo que se gana con su esfuerzo: el ideal meritocrático. “Si las personas de clase media y trabajadora registran a veces peor desempeño académico y profesional que las élites no es porque sean menos inteligentes o trabajadoras, sino porque no compiten en igualdad de condiciones”, señala la ponencia, que evidencia el interés del PSOE por el debate sobre la meritocracia y sus límites.“Megarricos” contra “clase media y trabajadora”. El PSOE es más fuerte electoralmente entre las generaciones mayores. Solo hay dos grupos de edad en los que la intención de voto a los socialistas supera el 30% en el último barómetro del CIS: de 65 a 74 años (31,7%) y de 75 en adelante (32,8%). En el conjunto de cohortes, el apoyo se queda en el 21,2%. Este factor, sumado a la influencia que mantiene la parte más veterana de su militancia y sus cuadros y dirigentes, determina “una tendencia difícil de corregir a dirigirse fundamentalmente a los mayores”, señala Eli Gallardo, experto en comunicación y estrategia política.“Con la creciente importancia de las redes sociales, eso está cambiando. El PSOE ha dualizado su mensaje, rejuveneciendo una parte del mismo con un mayor recurso a la provocación y a la disyuntiva entre dos opciones enfrentadas, que es lo que más impacto consigue en el entorno digital”, añade. Su objetivo es llegar a electorados donde su intención de voto es inferior a su media: de 18 a 24 años (18,1%), de 25 a 34 (12,5%), de 35 a 44 (14,9%) y de 45 a 54 (17,7%).Un niño porta un cartel que reza “Becas a ricos huele a podrido” durante una manifestación por la educación pública en Madrid en 2022.Carlos Luján (Europa Press)En ese empeño de simplificación del lenguaje sitúa Gallardo la dicotomía entre esa “clase media y trabajadora”, de enunciado suficientemente amplio como para que casi cualquiera se sienta identificado, y esos “pocos” que se benefician de las injusticias del sistema. ¿Y quiénes son esos beneficiados? “Unos pocos privilegiados” y “las élites económicas” son dos de las respuestas, ambas nuevas con respecto al congreso de 2021 y el programa de 2023. En otro momento, la ponencia apunta a “los hijos del 10% más rico”. También pone en el punto de mira a los “ejecutivos” que cobran “40 veces más que la media” de los trabajadores. Finalmente, el PSOE promete medidas contra los “megarricos”. Son tres acuñaciones que no estaban en 2021 ni 2023.El PSOE propone reformas en el terreno laboral y en el fiscal. En ambos renueva su terminología. En el primero, defiende una “cultura laboral distinta”, definida así: “Un trabajo satisfactorio para vivir, no una vida para trabajar”. En el segundo, promete combatir el “populismo fiscal” de la derecha, que pretende disimular —sostiene el PSOE— cómo baja los impuestos a “sus élites económicas”.“Fondos buitre” y “Airbnb”. Gallardo, que en su reciente libro El año que votamos peligrosamente incluye un análisis del trasvase terminológico de Podemos al PSOE, entronca las drásticas disyuntivas planteadas por el PSOE en una tendencia cada más acusada. ¿Ejemplos? Las alusiones de Pedro Sánchez a los “poderes oscuros”, a la “minoría poderosa”, a los que “no se presentan a las elecciones”, a los que usan coches Lamborghini, todos ellos en contraste con la gente común. Esta identificación de una minoría connotada negativamente tiene el efecto de “determinar el marco de pensamiento” de la audiencia, incluso de forma inconsciente, señala Gallardo, que cita al lingüista George Lakoff, autor del ensayo No pienses en un elefante.“Sin llegar a aquello de la casta y el pueblo de Podemos, el PSOE se suma a una cierta polarización de los conceptos, evidenciando que el lenguaje clásico de la socialdemocracia ha quedado superado en una etapa en la que la comunicación ya no fluye solo a través de los medios”, señala José Antonio Pérez Tapias, catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada, que hasta 2018, cuando dejó el PSOE, fue un puntal de su corriente más a la izquierda. “Lo importante —añade— es que este cambio se haga respetando el bagaje del pasado, tendiendo puentes con la tradición del partido. Lo contrario, a la larga, erosiona su credibilidad”.Un ámbito en el que el PSOE utiliza el recurso de la identificación de una figura negativa que encarna el problema es la vivienda. Lógico, a juicio de Eli Gallardo, porque el lenguaje “se nutre de lo que se oye en la calle y en las redes”, y la vivienda es un tema muy vivo en ambos espacios. Junto a la crítica a la “especulación”, un término arraigado en el PSOE, los socialistas han incorporado a su ponencia una expresión que sale del movimiento en defensa del derecho a la vivienda: “fondo buitre”. Este no figuraba en las resoluciones del 40.º congreso, ni tampoco en el programa de 2023. “Durante los casi siete años en los que gobernó, Mariano Rajoy […] puso miles de hogares en manos de especuladores y fondos buitre”, señala el documento.El PSOE no hace referencia a ningún “fondo buitre” en concreto. Es una constante del partido: evitar concretar las críticas al empresariado. “Las empresas son el motor esencial para la generación de riqueza y empleo”, recoge la ponencia, en uno de sus pasajes más centristas. Ahora bien, hay una excepción. En su examen del problema de la vivienda sí menciona a una compañía en concreto. El PP, denuncia el PSOE, “abrió de par en par las puertas a empresas como Airbnb”.De igual modo que el PSOE pone el máximo cuidado en no aparecer como un partido anti-empresas, se esmera en no hacerlo como una formación anti-arrendadores. Dos afirmaciones en la ponencia: el PSOE defiende una política que no “enfrente” a “inquilinos” con “pequeños propietarios” y recalca que la vivienda es un “instrumento legítimo de ahorro de muchas familias de clase media”. De hecho, el PSOE evita en la ponencia y ha evitado incluso durante el pico de movilizaciones por el derecho a la vivienda los términos “rentismo” o “rentista”, propios del discurso de la PAH y los sindicatos de inquilinas y de los que sí se hace eco Sumar. Los socialistas, para reducir el grupo de quienes puedan darse por amenazados por su diagnóstico, ponen en la diana a los “grandes tenedores”, figura recogida en la Ley de Vivienda. Los socialistas dejan fuera de la ponencia una palabra que había utilizado su portavoz, Esther Peña: “pisotenientes”.Vamos a presentar una proposición para prohibir las enajenaciones de suelo público y de viviendas de protección oficial, porque la vivienda no es un negocio, es un derecho.Ya han quedado lejos esas recetas del año 2000 que el PP quiere presentar y que nos llevaron a la burbuja… pic.twitter.com/63UV4B9wzR— PSOE (@PSOE) October 5, 2024
Está por ver si “pisoteniente” se asienta o es flor de un día. “El PSOE funciona por ensayo-error. Si un término funciona, se lo acaba quedando Sánchez. Si no, se pasa a otro”, explica Gallardo.La “internacional ultra” y los “pseudomedios opacos”. Desde la irrupción de Vox a finales de 2018, el PSOE ha funcionado por “ensayo-error” a la hora de referirse a una derecha en transformación, observa Gallardo. De aquel “trifachito” en el que englobaba al PP, Vox y CS, sobre todo a raíz de la famosa “foto de Colón”, pasó a la “derecha extrema y la extrema derecha” para equiparar el PP y Vox. La ponencia se decanta por un uso abundante del prefijo “ultra”. Y en concreto por la alerta —nueva con respecto a 2021 y 2023— contra una “internacional ultra” o un “frente ultra” representado en España sobre todo por Vox, pero al que se ha sumado Alvise Pérez y que el PP, según el PSOE, se dedica a blanquear.Este bloque, señala el PSOE, es una “minoría antiliberal y antisistema” pero se beneficia de una creciente influencia gracias al papel de los “pseudomedios”. Esta es una figura que ha ido ganando peso en el PSOE en el último año, sobre todo desde que Sánchez se tomó cinco días para decidir sobre su futuro y acabó quedándose —dijo— para plantar cara a la extrema derecha, los bulos y la desinformación, conceptos que ya manejaba el PSOE en su anterior congreso pero que ahora ocupan un lugar mucho más destacado. Lo que sí es nuevo es la carga contra los “pseudomedios digitales opacos, con más financiadores que lectores”.El POE elude en la ponencia otro de los términos manejados por el partido durante el último año: la “fachosfera”. Quizás para el 42.º congreso.