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Análisis exprés | El ejemplo del KatrinaDespués del primer golpe, con una gestión muy discutible por parte sobre todo de la Generalitat valenciana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncia un plan de respuesta inmediata que suma 10.600 millones de euros, una respuesta de tintes keynesianos habitual tras las grandes crisis. En tres fases: medidas urgentes, reconstrucción de las zonas afectadas y una última fase de relanzamiento para adaptar el territorio a la emergencia climática. El paquete de medidas de Sánchez recuerda a los planes pospandemia de la Comisión Europea. Sánchez rechaza la propuesta de Feijóo de activar el estado de alarma y sigue prefiriendo una fórmula mixta de gestión, que suma el potencial del Estado con la capilaridad de la comunidad autónoma. Hay asuntos muy discutibles: el Gobierno, como hizo en la pandemia, opta por la universalidad de las ayudas, algo que facilita la llegada del dinero, pero tiene profundas consecuencias en términos de redistribución, con tintes más regresivos que progresivos.Después de la ira expresada en Paiporta contra el propio Sánchez, el Rey y Mazón, el presidente trata así de dar un volantazo a la ola emocional de formidable malestar tras la catástrofe. Insiste en la cogobernanza frente a quienes le reclaman que tome las riendas: esa es la clave desde el punto de vista político, frente a los ataques de los ultras y la ola de antipolítica que se ha visto en los últimos días, aquel “solo el pueblo salva al pueblo”. A las democracias maduras hay que pedirles que en momentos de crisis no pierdan de vista sus principios —y la cogobernanza es lo más compatible con el Estado de las autonomías—, pero sobre todo hay que pedirles eficacia. El plan, que a vuelapluma parece bien diseñado, está destinado a apuntar la imprescindible eficacia en la respuesta a la dana, con más de 200 muertos. Eficacia, en fin, es la palabra clave: las macrocifras dirán si el plan funciona o no, pero tan importante como los números son las sensaciones de la ciudadanía. Esa es la parte más difícil: el liderazgo, en medio de una crisis, debe pilotar a ojo para hacerse con el control de una opinión pública fluida, inasible, difícil de manejar, con unas dosis de desinformación tan enormes como las que hemos visto en los últimos días.Además de la pandemia, el ejemplo es el huracán Katrina, en Nueva Orleans. Habrá que ver la relevancia de la zona afectada para la economía española, los datos tendrán mucho ruido, a corto plazo el impacto será claramente negativo. Pero más adelante el PIB recibirá un empujón con la reconstrucción y las ayudas, y en un año el impacto de la dana sobre Valencia será, probablemente, apenas un bache en las series macroeconómicas. Siempre que el Gobierno aplique bien ese plan y proporcione un seguro contra la caída de la actividad con la eficacia a la que se ha referido el propio Sánchez.

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