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Cuando los primeros humanos consiguieron domesticar animales y empezaron a compartir con ellos sus vidas, no sabían que además de carne o pieles iban a recoger hecatombes. La convivencia con los animales facilitó el salto de patógenos entre especies y las ciudades que crecieron gracias a la agricultura y la ganadería se vieron diezmadas cada cierto tiempo, y esas epidemias cambiaron el mundo. La peste Cipriana del siglo III fue un acicate para el ascenso del cristianismo, la plaga de Justiniano debilitó los imperios de oriente próximo y propició la expansión fulgurante del Islam y el imperio mexicano cayó frente a un puñado de españoles habituados a la viruela.Con una población que ha crecido como nunca en el último siglo, el número de brotes se ha multiplicado. Hoy, un artículo publicado en la revista Science, advierte de que una sola mutación de la gripe aviar H5N1 que infecta a las vacas puede hacer que la afinidad del virus por las células de esos animales cambie por la de los humanos. Aunque de momento no se han detectado casos en los que un humano haya contagiado a otro, en EE UU ya se han identificado, al menos, 282 rebaños de vacas lecheras con el virus, y el trabajo muestra que un pequeño cambio en la H que da nombre al virus puede ser el primer paso hacia una situación peligrosa.Más informaciónEl virus de la gripe se engancha a las células del organismo que va a colonizar a través de la hemaglutinina (la H de H5N1). Esa proteína tiene preferencias por los receptores de las células de las aves y no se suelen pegar a los de los humanos. Sin embargo, los virus se han expandido por el mundo a bordo de aves migratorias y saltan entre animales. Algunas veces, los que llegan a su nuevo hospedador mutan y logran infectarlo. Esto sucedió cuando, por primera vez, la gripe aviar, que había aparecido en 1996, llegó a las vacas y se convirtió en una enfermedad bovina. En enero de 2024, se dio el primer caso de un humano contagiado por la gripe de una vaca en Texas (EE UU).Hasta ahora, se había visto que para que un virus de ave fuese capaz de infectar a humanos y transmitirse eran necesarias al menos tres mutaciones. En el caso texano, una sola mutación en un aminoácido de la hemaglutinina permitió al patógeno adherirse a los receptores de las células humanas.Los investigadores del Scripps Research, en San Diego (EE UU) hicieron pruebas en laboratorio introduciendo mutaciones en la hemaglutinina que podrían darse de forma natural. Una de estas mutaciones, Q226L, mejoró la capacidad del virus para asaltar células humanas, en particular en las vías respiratorias. “Este descubrimiento demuestra lo fácil que este virus puede evolucionar para reconocer receptores humanos”, dice Ting-Hui Lin, coautor del estudio. El investigador, sin embargo, añade un mensaje tranquilizador: “Nuestro estudio no sugiere que esta evolución haya sucedido o que el virus H5N1 actual sería transmisible entre humanos solo con esta mutación”.Rafael Toledo, catedrático de Parasitología en la Universidad de Valencia, comenta que, como reconocen los propios autores, ese cambio del virus para una primera fase del asalto a los humanos, requiere de más que una mutación para completarse. “Esa mutación podría tener otras consecuencias en la biología del virus que, en conjunto, lo hagan menos eficiente o que, aunque pueda acceder a las células, después no se pueda multiplicar”, explica. “El problema no es tanto que el virus alcance al ser humano, sino que se multiplique eficientemente y se transmita eficientemente. Eso implica muchos parámetros que no están incluidos en este estudio”, señala. No obstante, considera necesarios estos trabajos para conocer el virus, tanto para la vigilancia epidemiológica como para conocer dónde es más sensible el virus y preparar vacunas o fármacos por si se produce una pandemia.Los virus pandémicos que han azotado a la humanidad encuentran un chollo en las aglomeraciones de distintas especies animales. Estas favorecen idas y venidas en las que cambios aleatorios pueden acabar en un clic que haga encajar todas las piezas necesarias para un contagio masivo entre humanos. Ángela Vázquez, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC, comenta que uno de los aspectos que le ha llamado la atención del estudio es que “las ubres y el tracto respiratorio de las vacas presentan los receptores típicos de aves y humanos”. Eso favorecería la posibilidad de que estos animales sirviesen como una coctelera en la que se reúnen versiones del virus de distintas especies y se producen reorganizaciones de segmentos del virus, convirtiéndolo en un peligro para los humanos.Los autores del artículo que publica hoy Science reconocen las limitaciones de sus hallazgos y la complejidad de una infección en el mundo real. Pero alertan de que, dado el número creciente de casos de H5N1 en humanos que están en contacto directo con animales infectados, es necesario vigilar la evolución del virus para anticipar acumulaciones de cambios con consecuencias que pueden ser, como demuestra la historia pasada y reciente, dramáticas.

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